Para hablar del término dación en pago, conviene hacer algo de
historia que nos permita conocer el por qué se ha llegado a una
situación en la que el Gobierno se plantea permitir la misma a familias
en paro, dentro de un código de buenas prácticas que se pretende
instaurar y al cual se quiere que se adhieran la mayoría de las
entidades financieras.
Si vamos unos años atrás, encontramos que
nuestro país sufre un boom económico asociado, principalmente, al sector
de la construcción. La ley del suelo permite la construcción
indiscriminada de viviendas y promociones inmobiliarias.
Lejos de
que la cantidad de producto disponible rebajara el precio de los
mismos, la vivienda sufre cada vez una mayor subida en sus precios de
ventas hasta colocarse en una situación en la que los propios expertos
consideraban que dichos precios no respondían a un escenario real.
A
esta situación se llega también con la ayuda de los bancos y cajas de
ahorro que ofrecen un sinfin de productos hipotecarios, dirigidos a
todos los sectores de la población y bajo condiciones que, en su momento
se vendieron como muy favorables, y que el tiempo ha terminado por
demostrar que eran mucho más exigentes de lo que parecían en un
principio.
Para mantener además el valor de las viviendas, los
tasadores de las propias entidades finacieras, marcaban un valor del
piso que, visto en perspectiva, se demuestra como completamente irreal.
Baste para sostener nuestra afirmación el hecho de que un mismo tasador
que en 2006 valorara una vivienda en 200.000 euros, apenas 5 años
después rebajara su tasación en más de un 50% de la original.
Para
completar el círculo las entidades financieras y concretamente, sus
departamentos de análisis de riesgo, hicieron un trabajo que podríamos
considerar un tanto laxo, a tenor de la situación actual, con muchas
personas que no pueden hacer frente al pago de la hipoteca porque ya,
desde un primer momento, no cumplían el requisito lógico y promovido por
muchos organismos, de que no se debe dedicar al pago de la hipoteca más
de un tercio de los ingresos familiares.
De hecho se concedieron
muchas hipotecas cuya cuota superaba ampliamente dicho margen y que
requerían que los ingresos familiares permanecieran inalterables durante
todo el tiempo de duración del préstamo, aspecto que, con la llegada de
la crisis económica, se reveló imposible.
Vistos estos
antecedentes, la situación actual nos habla de un gran número de
familias que no pueden hacer frente al pago de su hipoteca y que, una
vez llegados a su límite, tienen que dejar de abonar la misma. Conviene
aquí señalar que, según todos los estudios, la mayoría de los
hipotecados son capaces de sacrificar todo para poder pagar la cuota, de
hecho se entiende que es lo último que los hipotecados dejan de pagar.
Y
la consecuencia lógica del impago es el aumento de embargos y de
subastas judiciales que provocan una situación en el ciudadano muy
complicada ya que, por un lado pierde su vivienda y por otro debe seguir
haciendo frente a la parte de la deuda que quede pendiente tras la
subasta del piso.
Ante este panorama y frente a la creciente
presión de ciudadanos, asociaciones de afectados y otras fuerzas
políticas, el Gobierno se ha visto obligado a promover diversas
iniciativas que intenten paliar, en la medida de lo posible, esta
situación. Estas iniciativas se han concretado en la publicación de un
código de buenas prácticas que será ofrecido a las entidades para que lo
suscriban de forma voluntaria.
Entre las iniciativas puestas en
marcha por dicho código de buenas prácticas, destaca con luz propia el
establecimiento de la dación en pago. Hay que señalar, en primer lugar,
que la dación en pago que contempla el Gobierno en su código de buenas
prácticas no tiene nada que ver con la que reclamaban, desde hace
tiempo, muchas asociaciones de afectados como puede ser la Plataforma de
Afectados por la Hipoteca.
La dación en pago propuesta por el
Gobierno en su código de buenas prácticas, requiere para su puesta en
marcha el cumplimiento de una serie de condiciones que, según el
Ministro de Economía, son necesarias para evitar el abuso en la
aplicación de esta clausula del código.
La primera de las
condiciones que se deben cumplir para poder acogerse a la dación en pago
propuesta por el Gobierno es que la vivienda hipotecada debe ser la
principal o primera vivienda.
Así mismo no podrán acogerse a la dación
en pago aquellas personas que tengan algún tipo de patrimonio o renta.
La
tercera de las condiciones que deben cumplir aquellas familias que
quieran acogerse a este procedimiento es la de que todos sus miembros
deben estar en paro y no se debe contar con ningún tipo de ingresos
adicionales. En este caso este procedimiento serían aplicable a aquellas
familias que se considera que están en el llamado "umbral de
exclusión".
La dación en pago no es, de todas formas, la única de
las medidas contempladas por el Gobierno en su código de buenas
prácticas. Otras medidas interesantes que se contemplan es la
posibilidad de que las familias puedan habitar en la vivienda durante
dos años antes de su desalojo definitivo.
Este periodo bianual
podría ser extendido si se acuerda entre la familia afectada y la
entidad financiera un sistema y cuota de pago que se considere justo.
También los intereses de demora deberían sufrir, según el ministro, una
reducción para la que, además afirmó, existe margen suficiente.
Las
entidades bancarias han acogido, en su mayoría, con satisfacción dicho
código de buenas prácticas y lo han suscrito. Cabe destacar que en la
aplicación de las medidas propuestas por el mismo, los bancos también
obtienen beneficios ya que pueden incluir como gasto fiscalmente
deducible aquellas pérdidas derivadas de la aplicación de las medidas
previstas en el código.
Este código de buenas prácticas que, como
decimos, ha sido tan bien valorado por las entidades financieras que se
han apresurado a adherirse a él, no ha encontrado, sin embargo, el
respaldo y el apoyo de las fuerzas políticas de la oposición ni de las
asociaciones de defensa de los afectados por esta situación.
En
ambos casos se resalta el hecho de que entidades financieras que han
podido salir adelante gracias al dinero recibido del Estado, no son
obligadas a poner en marcha sistemas que permitan a los clientes que no
pueden hacer frente a su hipoteca, encontrar una solución satisfactoria
y, sin embargo, sigan sufriendo los abusos de unas prácticas bancarias
que llegan a permitir que se puedan cobrar intereses sobre los
intereses, haciendo de esta forma prácticamente imposible el pago de la
deuda.
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