La necesidad de acceder una vivienda y la necesidad de las entidades
bancarias de captar clientes y ofrecer las mejores condiciones posibles,
ha desembocado en una guerra por la que las entidades ofrecen cada vez
mayor plazo de amortización de la hipoteca con el objetivo de reducir el
importe de las cuotas.
Así por ejemplo hemos pasado de préstamos
hipotecarios a 20 o 25 años a préstamos a 40 e incluso, en algunos
casos, a 50 años. Pero lo que no nos habíamos encontrado nunca es una
fórmula de financiación que comienzan a ofrecer algunas empresas de
financiación personal, la hipoteca a 90 años.
Este tipo de
hipoteca tiene su reflejo en una modalidad hipotecaria denominada
hipotecas hereditarias y que tiene amplia implantación en países
anglosajones y otros territorios como Japón.
Con este tipo de
hipoteca, la deuda pasa a los hijos de aquellos que la suscribieron que,
en el momento de asumirla, pueden optar por continuar con los pagos de
las cuotas o con liquidar la hipoteca.
La hipoteca a 90 años, que
se anuncia se puede poner en marcha en breve, responde a una mayor
esperanza de vida, que actualmente se fija en 80,9 años por el Instituto
Nacional de Estadística.
Es esta esperanza de vida, unida al
ejemplo de las hipotecas hereditarias anglosajonas lo que ha llevado a
determinadas entidades financieras personales a valorar la posibilidad
de comercializar productos hipotecarios por encima de los 50 años de
plazo de amortización.
Actualmente las entidades financieras
tradicionales se ocupan en una batalla por ofrecer las mejores
condiciones entre las que destacan el tipo de interés y el plazo de
amortización. En cuanto al último de ellos, sin llegar al límite de las
hipotecas a 90 años que hemos descrito, tenemos ya hipotecas a más de 40
años, hasta los 50 o 52 años, como ofrecen entidades como BBK, Caja
Ávila, Caja Vital o Caja de Canarias.
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